En una entrada anterior
definía los últimos comicios europeos
como la mejor de las encuestas sobre el estado de la opinión pública. También
apuntaba la singularidad de los resultados como definitorios de una ruptura de
la lógica bipartidista que se había instalado en nuestra democracia y esbozaba que podía suponer –con
matices- la apertura de una ventana de oportunidad para la
sustanciación de un contrapoder
ciudadano con aspiraciones de control de los mecanismos institucionales del
poder.
Analizar
este fenómeno daría para mucho más de lo que admite un artículo como éste, amén
de que ya se han pronunciado toda serie de opinólogos, más o menos cualificados
– e interesados- , sobre causas, antecedentes y razones con que explicar los
novedosos resultados, así como de las implicaciones presentes y futuras del
nuevo escenario que representan. De ahí que no pretenda sentar cátedra o establecer verdades palmarias, sino ofrecer en varias entradas
(juro solemnemente que las menos que pueda) algunas claves sobre los porqués y
los cómos que nos han traído hasta el momento presente y plantear algunos elementos sobre los marcos de actuación para consolidar un
proyecto aglutinador de la izquierda transformadora.
Tengo
que confesar que no creo en la equidistancia, y doy la razón por anticipado al
que me acuse de parcial. Soy, sin complejos, de izquierdas. Y, a mayor abundamiento,
miembro cotizante de IU, aunque muchas veces crítico con su organización, mucho
más que con su propuesta política que me parece válida en lo fundamental. Lo
que no impide que sea, o haya sido, muchas otras cosas: cincuentón y padre de familia, empleado público pero antaño
en el sector privado, simpatizante del
15M y defensor radical de la participación ciudadana, sindicalista,
activista en las luchas estudiantiles y vecinales o científico social de
formación, entre otras. Condiciones todas ellas que, lejos de nublar mi entendimiento, son las que
me proporcionan los mimbres con que tejer esta reflexión.
Para
entender cómo hemos llegado hasta la situación actual creo que es necesario
identificar y caracterizar un momento histórico en el que confluyen tanto una
tendencia global que incluye el neoliberalismo económico instaurado tras la
ruptura del equilibrio bipolar de la guerra fría y el resto de fenómenos
derivados de la globalización, como
otros elementos específicamente hispanos que han marcado la práctica política y
social en nuestro pasado reciente. Entre
los primeros es fundamental la
desconexión definitiva entre la economía y la esfera productiva que ha dado
origen a una lógica inmisericorde de apropiación basada en la actividad financiera,
lo que implica que alrededor del 90% del capital mundial corresponda a
operaciones puramente especulativas que no corresponden a nada tangible que
pueda ser valorado. De los segundos empezaremos señalando la desconexión
radical entre la práctica de los partidos que han ostentado el poder político y
los intereses generales de la mayoría de la población, siempre a favor de los
intereses de las oligarquías económicas. Añadamos el autismo frente a las
demandas sociales y su represión, las prácticas corruptas, la mentira y la
manipulación en la comunicación pública, la desregulación que conlleva el
deterioro de las condiciones del trabajo, el escandaloso aumento de la
desigualdad, la supresión de derechos, garantías y libertades o el
desmantelamiento de los elementos del
escaso e incompleto estado del bienestar de los que disfrutábamos
(educación, sanidad, ..) entre otros muchos que podríamos identificar
fácilmente.
Como
vemos, toda una ofensiva perpetrada al calor de una pretendida “lógica de lo
inevitable” cuya inmediata justificación es la omnipresente crisis
económica, y que no es sino un reflejo
de políticas interesadas para el cumplimiento de la gran agenda oculta
del capitalismo financiero, que son promovidas no solo por el gobierno del
estado sino desde las instituciones transnacionales (U. Europea, FMI, BCE,…) y que
vienen apoyadas en un trabajo constante sobre elementos simbólicos y
comunicativos para forjar mitos que desactiven la posible contestación y
resistencia de los que hablaremos más adelante.
Valgan
estas líneas como introducción antes de entrar más a fondo en intentar explicar cómo nos han podido
llevar nuestros gobernantes hasta este huerto. También nos preguntaremos que
cómo es posible que, como país, nos hayamos dejado llevar hasta aquí, y si es
posible cambiar de rumbo y encontrar una
salida hacia otro modelo posible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario