miércoles, 19 de septiembre de 2012

Al ciudadano Borbón, con motivo de su carta


Ciudadano Borbón, de una majestad investido
que no te reconozco. Grandeza otorgada
- que no ganada por tus logros -
por un siniestro personaje que desangró España
enfrentando a hermanos contra hermanos
en una guerra atroz que, aunque quieran, no olvidamos.

Majestad que se le impuso a un pueblo
temeroso y claudicante ante el ruido de los sables,
que te vio y te recibió como el menor de sus males.
Que te mantuvo fuera de sus usos y sus leyes
a salvo de ganar tu sustento con esfuerzo
en la torre de marfil de tus fueros inviolables.

No me pidas hoy, Borbón, que no persiga una quimera
cuando esta España naufraga por su torpe gobierno
que ha vendido la dignidad de sus gentes
y su vida, y su hambre, a oscuros mercaderes
que han dejado sin pan, sin hogar y sin futuro
a los padres y a sus hijos, con la nada por presente.

No me pidas que no luche, ni que olvide, ni que reme
para un barco de piratas que rapiñan nuestros bienes.
No me hables de valores que ni practicas, ni sientes
que nuestro es el sacrificio y tuyos, los intereses.
No me creas tu vasallo: mi respeto no lo tienes
ni mi admiración, que queda para aquel que la merece.

Háznos un favor a todos. Haz las maletas y vete.
Ya secaste en demasía las ubres de esta tu patria
y diste bien la medida de tus reales intereses.
Guárdate de tener que pedir nuevas disculpas
por tu torpeza: la edad no perdona ni al pudiente
y procura envejecer en paz, en vez de como un pelele.

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